jueves, junio 22, 2006

Solsticio de verano


Ayer pasé casi toda la mañana hablando sobre construcción artesanal de kayaks. No es la primera vez y espero que no sea la última. Además me sobró tiempo para terminar las ligadas de todo el plano de cubierta, para regruesar un tablón de cedro del que saldrán dos palas groenlandesas y para dimensionar toda la madera de las costillas.
El mérito principal es de la regruesadora portátil que se observa en la fotografía, un préstamo de Narcís. Se trata de una magnífica herramienta para un aficionado. Te permite, por ejemplo, aprovechar la madera que tiran los carpinteros profesionales. Precisamente ése ha sido el origen de los listones de roble que serán las costillas del qajaq si se dejan doblar adecuadamente.
Para facilitar el trabajo de doblado al vapor hay quien recomienda dejar la madera en remojo unos días, quien no la moja en absoluto, quien la trabaja todavía verde, y quien la deja en remojo más de un año!
Justo detrás de casa hay un estanque digno de Ofelia. De uno de sus márgenes nace una encina centenaria que se inclina vorazmente sobre la lámina de agua eternamente cubierta de hojas. A su espesa sombra acude cada primavera un ruiseñor. Un auténtico locus amoenus donde mis costillas recién cortadas van a pasar unos días sumergidas.
Dediqué la tarde a escribir a diversos amigos agradeciéndoles los favores prestados (gracias Blau, gracias Michael) y a planificar los siguientes pasos.
Magnífica cena en el jardín con más amigos y bajo la brillante mirada de Júpiter casi en oposición.
No ha sido una mala manera de empezar el verano.

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