miércoles, octubre 18, 2006

Menorca in my mind


Acabo de recibir un mail de Javier Knörr con este título: Menorca in my mind. "Y en nuestros corazones" me respondo litúrgicamente.
No había tenido ocasión de intercambiar impresiones con los otros miembros del team sk, que alargaron su estancia en Menorca, y el día de mi partida andaban atareados con el programa de actos. Tuvimos el tiempo justo de comentar ellos sus tres días de travesía y yo mis dos días de taller y el magnífico día de asueto que con la familia dedicamos a visitar la isla. Poco pude añadir: mi recomendación de comer en Can Bernat d'es Grau (qué recuerdos! me saltan las lágrimas y se me hace la boca agua sólo de recordarlo) y mi agradecimiento a Pau por habernos permitido conocer a una gente tan estupenda, amable, eficaz y hospitalaria como Carlos y Teresa de Menorca en kayak. Una rápida visita a su magnífica tienda en Maó y directos al ferry, a mal dormir lo que quedaba de noche.
Contrasta la precipitación de esas últimas horas con la plácida calma con que vivimos nuestra estancia allí. Es otro ritmo. Sabio. Ni siquiera la presencia de la televisión, que nos dedicó tres minutos en directo (!!!), alteró en lo más mínimo la serenidad y las caras de placer con que Pedro, Carlos y Amaia iban dando forma a sus palas groenlandesas. Un lujo, su compañía.
La vuelta a la realidad peninsular ha sido algo más dura. En mi familia nos consolamos pensando en la próxima salida a Murcia, que promete, intentando repetir algunas recetas que nos hemos traído de Menorca, y mirando y remirando las fotos, algunas de las cuales nos apetece compartir.

viernes, octubre 06, 2006

Empatías


No acabo de entender qué tiene la unión de la madera y el mar que despierta en la mayoría de la gente lo mejor de sí mismo. Desde que me dedico a esto con una cierta intensidad, noto que recibo más de lo que doy, que la gente se esfuerza por atender mis necesidades y comparte mis emociones con enorme facilidad.

Los múltiples encargados de los diversos almacenes de madera que voy visitando no tardan en abandonar su habitual pose distante y un tanto despectiva cuando saben el destino de los tablones de la rara madera que insisto en escoger con exagerada meticulosidad, de manera que me permiten libertades que probablemente les niegan a otros sin duda mejores clientes. Pensaría que es fruto de mi habitual amabilidad (!?) si no fuera porqué he visto dispensar el mismo trato a un carpintero de ribera, de origen británico, con el que coincidimos escogiendo madera obsesivamente de pilas vecinas, mahogany él y cedro yo, y con el que intercambiamos, a falta de más palabras, empatías.

El carpintero profesional que tiene la gentileza de cederme su "maquinaria pesada" para los trabajos más duros, siempre atareado, abandona al instante lo que esté haciendo para valorar conmigo el mejor corte que darle a los tablones que ni siquiera le he comprado a él. Despues atiende, curioso, a la detallada explicación de mis futuros proyectos para terminar alabándole yo su oficio y él mi afición, ritualmente.

Muchos de mis "ex-alumnos" no desaprovechan la ocasión de agradecerme lo que conmigo han aprendido, algunos de forma tan pública y cariñosa como lo hace Ramon (blau) en su blog.

Y mi familia... en lugar de recriminarme en justicia el tiempo que les robo, procuran colmarme de detalles. Un ejemplo: el bote de pintura en espray, regalo de mi hijo, lleva una etiqueta personalizada que, traducida, viene a decir: "Para que puedas sacar tantas paddles de tantos insides como quieras"

No sé si me los merezco.

lunes, octubre 02, 2006

De bolos


Hace ya unos días, plácidamente sentados en el faro de Cap de Creus, las siluetas de punta Montgó, la de las Medes y la del Cap de Begur, despertaron en nosotros el ansia de otras islas y otros cabos. Ahí ultimamos preparativos para el próximo viaje del team a Menorca, invitados por los amigos de menorcaenkayak.com, y sentimos más cerca que nunca otro cabo, el de Palos, a donde nos va a llevar el contagioso entusiasmo de Alfonso y sus amigos. En estos momentos todavía no habíamos sentido el hondo respirar del mar a los pies del Ogoño, a escasos metros de la impresionante pared, ni la cálida acogida de nuestros nuevos amigos en Euskadi...

Con tan gratos recuerdos y tan agradables perspectivas, sorprende que todavía haya quien no entienda por qué hacemos lo que hacemos.